Amador

Conocer el porqué de las palabras suele ser clarificador o inútil.  A mis alumnos les encanta y no sé por qué misteriosa razón la etimología es una subdisciplina casi desaparecida de los temarios y currículos oficiales.  Será porque el estructuralismo reivindicó más las relaciones y las funciones de las palabras que sus orígenes.  Una patada en el trasero a la historia como otras tantas que se han dado a lo largo, valga la redundancia, de la historia.  Se ve que el disco duro de la memoria tiene sus límites.

Amateur es galicismo que ha triunfado en varias lenguas fuera de la francesa.  La Real Academia lo da todavía como barbarismo y anuncia que en la vigésima tercera edición se definirá como "aficionado a algo con cierto conocimiento de la materia de que se trata". En español tiene un carácter peyorativo o incluso despectivo, en oposición al profesional, que es el serio, aquel del que hay que fiarse. Está claro que nadie se tumbaría en un quirófano en el que operara un cirujano amateur, ni volaría con una compañía que contratara a pilotos de aeromodelismo.

En la solapa de A propósito me presento como "amateur profesional", un oxímoron con el que intento reivindicar el amateurismo en tanto que amor por las cosas, más que simple afición.  El amateur ama lo que hace, aunque no le dedica todo el tiempo que se merece, ni, por supuesto, cobra por ello.  Esto es quizá lo que más hace sospechar al público: si es gratis, no debe de ser muy bueno.  El amateur no tiene titulación, pero tiene entusiasmo.  En ocasiones (quizás demasiadas) el profesional es lo contrario.

Leonardo es el patrón de los amateures (?), el maestro liendre que de todo sabe y de nada entiende, el hombre del Renacimiento por antonomasia, el enemigo de la especialización y del encasillamiento.  

En estos tiempos de cambios, crisis y adaptabilidades, en los que cunde el desámino, la desafección y el desespero, nos vendría bien a todos unas buenas dosis de amor por aquellas cuestiones que siempre hemos amado y en las que nunca hemos ahondado lo suficiente como para agotarlas. A riesgo incluso de que perdamos nuestro dinero, nuestro tiempo y tal vez nuestra salud.  

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Comentarios: 2
  • #1

    Fina (miércoles, 18 diciembre 2013 12:14)

    Muy bueno. Qué pena que no se use la palabra amador. Suena bien eso de "yo soy amador"

  • #2

    Lucas (miércoles, 18 diciembre 2013 13:16)

    Excelente entrada.