Por el mar corren las liebres

La mentira tiene muy mala prensa.  Todas las religiones la condenan.  Todas las moralidades la denostan.  Las madres la desaconsejan hasta los diez u once años.  Los jueces y los policías la persiguen.

 

Pero hay un tipo de mentira que, como ciertos venenos y en ciertas dosis, son beneficiosas.  Tal es el caso de la literatura y las artes en general.  Nadie tiene la cara tan geométrica y falta de perspectiva y matices como la mujer llorando de Picasso, pero comunica más dolor que muchas fotografías e, incluso, que personas de verdad a las que hemos visto sufrir en directo.  Nunca hubo un príncipe en Dinamarca obsesionado por la muerte de su padre, pero Hamlet destapa y hurga en nuestras mentes y corazones más que cualquier reality.  Y así sucesivamente: locos que denuncian sociedades, hombres-insectos que nos psicoanalizan, mujeres-pájaros que atraen a los marinos a la muerte con sus cantos...

 

No vi nada más que el final del pseudorreportaje de Évole sobre el 23F, pero en ese ratillo me llevé un par de sorpresas y piqué en casi todo.  ¿Quién soy yo para dudar de Gabilondo? ¿Acaso un sabiondo? Cosas como esta las hizo ya Wells hace años.  Más tarde vino aquello de Kubrick y el no-viaje a la Luna. Y hay por ahí una película del director de El señor de los anillos sobre un falso pionero del cine neozelandés. Al final estas mentiras hacen aflorar verdades.  Lo que no se ha dicho sobre el complot quizá sea mejor que lo que se intuye, se insinúa o se rumorea.  O no.  De cualquier manera, lo que Évole ha puesto sobre la mesa es que los ciudadanos estamos hartos de que se queden con nosotros y ahora vamos y montamos una quedada, que todo el mundo tiene derecho a eso por lo menos.  

 

 

No recuerdo que nadie haya pedido disculpas ni dado explicaciones sobre el aluvión de falacias que se contaron en las guerras del golfo, incluido el famoso cormorán que las tropas estadounidenses llevaron al lugar para conmover las ecológicas almas de occidente.

 

Así que, acabando, no entiendo las reticiencias y críticas que ha recibido el programa del domingo por parte de algunos.  Por el mar no corren las liebres, ya lo sabíamos, pero tampoco los cormoranes embadurnados en hilillos más o menos gordos de chapapote.

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