De libros y niños (antiguos)

Hace unas semanas la compañera Isabel Hoyos, responsable de la biblioteca de nuestro centro, me pidió que escribiera un texto sobre mis primeros contactos con los libros para publicarlo en el blog.  Lo hice y lo publicaron y, con el tráfago de la vida moderna, se me olvidó comentarlo aquí.  De modo que aquí va ahora, no muy tarde, ni nunca:

 

"En verdad no puedo decir que en mi infancia hubiera un libro especial y concreto que me atrapara.  Más bien fue un grupo de ellos.

Por un lado mis hermanos y yo devorábamos la Enciclopedia Juvenil Oxford, que nos regaló mi tía Inés.  Eran ocho volúmenes azules de tapas duras, dedicados a distintos temas, como geología, animales, astronomía, exploraciones… El que más recuerdo de todos es el que si titulaba “Narraciones de todo el mundo”, el cual, muchos años más tarde, me sirvió para dar clases de Literatura Universal.

 

El otro libro que releí infinitas veces fue La Biblia de los niños, de Piet Worm (si no recuerdo mal, hay un ejemplar en la biblioteca del Al-Baytar).  Era un resumen escueto y ameno de tan denso libro (o libros, a fin de cuentas “biblia” significa “libros” en griego) con una ilustraciones magníficas.

 

Mi madre también me iba comprando esporádicamente una colección de novelitas, de cuyo nombre no puedo acordarme ahora mismo. Eran de color verde oscuro y en la contraportada se veían un niño y una niña con un libro en la mano, vestidos a la moda de finales del siglo XIX.  Entre los títulos estaban Miguel StrogoffAventuras del capitán SingletonLa cabaña del Tío Tom,  Hombrecitos y algunos clásicos de Julio Verne.  Aunque formaba parte de la colección, mi madre nunca me quiso comprar Mujercitas, porque pensó que era lectura “de niñas”.

 

Y en la escuela pasó algo extraño: un profesor de sociales nos hizo leer en voz alta el Quijote todas las tardes de los viernes durante un curso entero.  Puedo asegurar que todo el mundo lo pasó muy bien y que nos reímos a carcajadas con los episodios más graciosos.  Durante todos mis años de profesor he intentado (sin apenas conseguirlo) que mis alumnos se rían con los disparates del estúpido caballero, como se rieron mis compañeros hace cuarenta años.  Por el momento no he perdido la esperanza de conseguirlo.  Me parece que todos estos libros de los que hablo están todavía por algún estante o trastero de mi casa.

 

Más adelante, en la adolescencia y juventud, hubo una serie de títulos que resultaron determinantes a la hora de definir mi futuro: Cien años de soledad, los cuentos de Borges, El grupo poético de 1927Hojas de hierbaRayuelaCampos de CastillaEl Buscón, el Quijote, Memorias de AdrianoEl canto de la tierraWilt, Rimas y otros muchos; pero esa es ya otra historia más técnica y profesional, que dejo para cuando escriba mis memorias, si es que me acuerdo de escribirlas".

 

Blog de la biblioteca Al-Baytar: https://bibliotecaalbaytar.wordpress.com/mi-primer-recuerdo-un-libro/

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Lucas Ruiz (domingo, 19 abril 2015 21:24)

    Madre mía, cuánta coincidencia!! La verdad es que no sé por qué me extraña. Lo que más me ha llegado ha sido La Biblia de los niños de Piet Worm. La leí tantísimas veces.