El padre de Hamnet

A diferencia del libro anterior que leí de Bill Bryson, Aventuras y desventuras del Chico Centella, en este Shakespeare, no hay nada de autobiografía y mucho de información ajena, bien tamizada, dosificada y, sobre todo, contada.   Nada como el sentido del humor para abordar un tema tan... filológico.  

 

Bryson contextualiza adecuada y divertidamente la labor de los dramaturgos del siglo XVII, la mal llamada época isabelina, porque Shakespeare estrenó más con el siguiente rey, Jacobo I, que con la reina virgen.

 

Dedica muchas páginas a cuestiones textuales (versiones, erratas, encuadernaciones...), lo que hace aun más arriesgado su intento divulgador.  Pero lo consigue.  

 

Al final Bryson hace un repaso expeditivo por las muchas teorías (más de cincuenta) que han propuesto que Shakespeare era analfabeto, un simple actor, un hombre de paja, un colectivo, un pseudónimo...  No deja títere con cabeza.  Incluso la más sólida de todas, la que atribuye sus obras al conde de Oxford (en la que se basó la película Anonymous), recibe su varapalo.

 

En suma un libro entretenido para cualquier interesado en el autor de Hamlet, cuyo hijo, dicho sea de paso, se llamó Hamnet y murió a los once años.  No como el príncipe de Dinamarca, que tuvo tiempo para liarla parda en la corte y hacer un par de monólogos memorables.

 

 

 

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