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Ayer, a pesar de la alerta por altas temperaturas, iba yo por una calle de Minoo (Osaka) justo después del almuerzo. En la misma acera, en sentido contrario y cuesta arriba, venía una niña de unos cinco años, con su gorro de ala ancha y su mochila de colores. Al verla pensé que podría resultar idónea como una de las imágenes con las que ilustran las guías de viaje o las páginas web sobre Japón. Cuando nos íbamos acercando noté que la pequeña desviaba un poco su dirección como acercándose a mí. Temí por un momento que estuviera sintiéndose mal por el calor sofocante y perdiera el equilibrio, pero al estar a mi altura se detiene, se gira, me mira, me sonríe y dice "Konnichiwa". Le respondí con la misma palabra y siguió su camino cuesta arriba, bajo el sol implacable de la tres de la tarde.
Eso es todo, algo así como un haiku.