Malabarismos semánticos

"La semántica es un arma de los rojos contra la libre empresa".  Creo que no es la primera vez que cito esta frase impactante que leí en un libro de Pierre Giraud, que,  a su vez, citaba al New York Times.   Última y curiosamente es otro sector político en España quien está también haciendo cuatro malabares léxico-semánticos para intentar parar la abrumadora adhesión de la sociedad al movimiento feminista.

 

1.- En primer lugar ha montado una falsa igualdad: feminismo es igual a machismo.  Es decir, según los proponentes, el feminismo intenta que la mujer tenga el mismo poder que ha tenido el hombre durante siglos, o más, cual erinias, gorgonas, sirenas o amazonas. Se salta así la definición del DRAE: "Principio de igualdad de derecho de la mujer y el hombre".

 

2.- Luego han procedido (al amparo, esta vez sí, de la RAE) a desmontar el sintagma "violencia de género".  Es cierto que la expresión no es muy afortunada.  El género es un concepto gramatical, el sexo no (la mesa es femenino, pero no es hembra y el cielo es masculino, pero no macho).  De modo que proponen "violencia doméstica" para sacar a la luz escasos casos de violencia infantil (activa y pasiva), violencia femenina (activa contra hombres) y violencia anciana (esta casi siembre pasiva).  Olvidan la violencia ejercida contra las mujeres fuera del ámbito doméstico, como, por ejemplo, en una encerrona durante los encierros de manadas de toros o humanos. Yo siempre he propuesto violencia machista, que creo que deja más claro de qué estamos hablando.  

 

3.- En paralelo han inventado el término "feminazi", derivado del tosco argumento retórico "ad hitlerum". Este consiste en atacar los argumentos del contrario diciendo que, por ejemplo, no lleva razón porque tiene bigote, como Hitler.  Y lo mismo vale para tener perro, flequillo, ser vegetariano, moreno o austriaco.  Este truco tiene unas altas dosis de hipérbole.  Si alguien prohíbe matar personas con un hacha, puedo rebatirlo diciendo que es un nazi dictador y como sigamos así, nos van a prohibir hasta comer jamón y cantar en la ducha.  De modo que si alguien propone vehementemente un cambio en las leyes por una flagrante indefensión de las víctimas, se le acusa de dictatorial, represiva, es decir, nazi.

 

4.- Y el último invento es el "feminismo liberal".  Aquí rige el principio de contaminación aproximativa.  Con él se intentan vincular las reivindicaciones femeninas a una tendencia política, con la consecuente creación de antónimos como "feminismo rojo", "feminismo comunista"..., que acaban por contaminar el término neutro y convirtiéndolo en algo negativo y no deseable.  Este fenómeno se estudió muy bien cuando en Estados Unidos la derecha empezó a llamar al impuesto de sucesiones, el "impuesto de la muerte", lo que hizo que muchos votantes lo vieran como algo funesto, en lugar de como una fuente de ingresos para la comunidad.

 

Se demuestra así que la semántica (y la lengua en general) es un arma de doble filo, que lo mismo sirve a tirios y troyanos para un roto que para un descosido.