Mariquita

Yo también creía que no iba a volver a escribir en este blog.  Han pasado siete meses más o menos sin que tuviera tiempo o algo que contar que no fuera darle vueltas al famoso tema que nos tiene acordonados, amordazados y estupefactos.  Una buena razón me ha traído de vuelta.  Durante este tiempo he podido reseñar varios libros y alguna película que me han gustado especialmente, pero al final ha sido por un libro conmovedor y cercano. 

 

Hace tres años en septiembre estaba en mi despacho de jefetura de estudios y recibí la visita de un profesor que venía a explicarme que no se podría incorporar porque tenía un problema médico que lo iba a llevar al quirófano.  Sonaba mal lo que me contaba, lo mismo que me sonaba mal tener una ausencia prolongada a principio de curso sin saber si habría rápida sustitución.  Me dio mala espina este inicio porque (el inconsciente es un tirano irracional) el profesor en cuestión se parecía físicamente a (y era de la misma materia que) otro anterior que había resultado un desastre total en todos los niveles posibles.  Al poco tiempo me enteré de que este profesor con ese problema de salud era youtuber, una ocupación que en esos días no conocía demasiado bien y que tenía asociada básicamente a niñatos hiperactivos adictos a los videojuegos.  Por momentos pensé que el día menos pensado el profesor se iba a enfadar con el centro por alguna ignota razón (ya digo el inconsciente es un... mejor me callo) y nos iba a poner de vuelta y media en el e-mundo.  Pasó el tiempo y lo que ocurrió fue exactamente lo contrario de lo que el inconsciente había previsto.  Juan Naranjo, conocido extramuros del instituto como Juanito Libritos, resultó ser un excelente profesor y compañero, presto a arrimar el hombro.  Durante mi primer año como director le pedí que llevara la coeducación en el centro.  Se puso manos a la obra y lo hizo muy bien.

 

Un día estábamos en la sala de profesorado hablando de literatura y me confesó que estaba escribiendo algo así como una novela.  Otro día lo vi con una especie de cartapacio lleno de hojas y me concretó que se trataba de una novela gráfica.  Pasó el tiempo, contactó con una editorial y fue dando pinceladas de lo que contenía.  Y ayer, por fin, tras varios aplazamientos por el tema de marras, se presentó oficialmente Mariquita.  Ha llegado a mis manos esta mañana y ya (son las 20:23 de la tardenoche) la he acabado.

 

Se trata de un relato autobiográfico terapéutico magistral en el que conviven rasgos de humor de alta calidad con momentos desgarradores.  El lector se siente en una montaña rusa de emociones, llevado por los carriles de una prosa ágil, fresca, divertida, inteligente y honesta que no puede dejar indiferente a nadie. Los dibujos, deliberadamente ingenuos, acompañan, enmarcan y subrayan una narración que no languidece en ningún momento. 

 

No cabe duda de que Juan Naranjo ha sufrido y disfrutado escribiéndola y esos disfrutes y sufrimientos los ha transmitido a la perfección a los lectores.

 

Por el título quizá adivinarán que el tema central es la homosexualidad y que esta historia que les comento es una sucesión de acoso, insultos, frustraciones y descubrimientos, de decepciones y esperanzas que nos emocionan fuertemente. 

 

Pero lo mejor es el final.  No lo voy a contar, pero ustedes lo pueden imaginar si el autor es quien es, un profesional de la educación con varias carreras y autor de un libro como este.

 

Para mí y para mis compañeros/as es un honor compartir aulas, pasillos y salas con un autor que ha tenido el valor de sacar su primer libro en este maldito año que estamos deseando que concluya.  Dentro de diez, de quince diremos: "Ah, 2020, el maldito año de la pandemia; sí, el año esperanzador en el que se publicó Mariquita".