Negar, temer

Hay un colectivo de personas que está haciendo más ruido del que le corresponde proporcionalmente.  Son los llamados negacionistas.  Estoy muy interesado en ellos/as porque provienen de ideologías y/o psiques muy dispares.  Encontramos postjipis antimedicina oficial junto a jóvenes pijos ansiosos por irse de farra, personas de ideología contraria al gobierno de turno en cada país, terraplanistas de youtube, trumpistas sobrevenidos, anarcoides diletantes y la clásica y minoritaria reata de iluminados del quinto milenio, cuestionadores de cualquier cosa menos de ellos mismos.

 

Estaremos de acuerdo en que siempre y en todos los sitios ha habido un reducto de incomprendidos que no comprenden ni aceptan la realidad que les ha tocado vivir.  Algunos de ellos han sido grandes cerebros y almas que han llegado a cambiar esa realidad a base de investigar, escribir o convencer, a veces post-mortem.  Ahí están Jesús de Nazaret, Marx (Karl), Freud, Buda, Galileo y demás.  Y también coincidiremos en que a la sombra de estos gigantes surgen imitadores del tres al cuarto que se creen (como los primeros) en posesión de la verdad y que, como en el chiste del conductor que iba en sentido contrario por la autovía, piensan que todos los demás están equivocados.  

 

Lo que está ocurriendo ahora es que quizá este porcentaje de inconformistas, autoalimentados mediante las nuevas (ya no tan nuevas) tecnologías, han crecido y se han hecho oír, como decíamos, un poco más de lo que les corresponde proporcionalmente.  Pienso que esto es debido a una sola razón: el miedo. 

 

Aunque los negacionistas crean que no les va a pasar nada si no se vacunan o si no usan las mascarillas, en realidad son los que más miedo tienen, porque su reacción no es al virus, sino al cambio de paradigma.  Es el fruto de no querer aceptar que estamos ante un problema de dimensiones colosales.  Niegan la realidad porque no la entienden o creen entenderla de otra forma.  Da igual, al final lo único que tenemos es gente asustada que no acepta que las reglas del juego han cambiado y que cree que negándolas va a desaparecer, cual avestruz que mete la cabeza en el agujero (cosa, por cierto, no rigurosamente cierta).   Para ellos/as, quienes seguimos (y hacemos seguir) las indicaciones de los especialistas sanitarios somos meros peleles del sistema, timoratos obedientes de los medios y de conspiraciones extrañísimas en las que se mezclan las churras con el 5G.  

 

Lo malo de todo esto es que su pánico a afrontar la realidad está empeorándola, al practicar y fomentar conductas insolidarias y peligrosas para el conjunto de la sociedad.  Algunos de ellos, por desgracia, ya han probado su propia medicina y han fallecido.  Llámenlo karma, coherencia cósmica, justicia poética o simple mala suerte, esa cosa que nos cuesta tanto aceptar cuando nos creemos más listos que nadie, aunque en el fondo estemos temblando como un corderito.